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espera muy quieta el borde de la grieta, viviendo el sonido en progreso, el fuego que abraza, consume y el fuerte desmayo que deja.
Un día, una muerte, o dos o tres, encajado el demonio arrastra los cuerpos más bellos, los más perfectos…Y sus garras con dientes encaja, y la ceniza tan negra que deja cuando muerde.
Son seis mis pulmones que no disfrutan de hierba, e inclinados se meten entre la tierra con tal de no convivir con el mundo tan viejo. Ancianos bastardos!...Las lenguas plegadas, caídas y putrefactas.
Por que con llanto recuerdan esos cuerpos cortados, los brazos quemados, las reces molidas, los puercos envueltos y embalsamados.
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