Tuesday, August 15, 2006

*Carne inexistente*


Mi carne inexistente que ama, entre la niebla se
encubre pudorosa.

Alojo los escombros…
soy una feroz cueva de náufragos.

Si es que entras, ya no sales.
Te quedarás ahogando lamentos, remilgado; con sonrisa de oreja a oreja, pero sobre todo silencioso, sospechoso en tu nueva morada.

Monday, August 14, 2006

-Onírica Realidad-


La profunda coladera, lejos de ser un simple drenaje, por la mañana me permitió viajar a un mundo totalmente inexplorado para mi, simplemente fascinante.

Eran las 7:25 de la mañana, rutinariamente me levante y abrí la regadera. Agua tibia, y el vapor se mecía sobre mi cara. Los ojos aún hinchados y lagañosos me ardían terriblemente. Con terrible desgana y temor al frío intenso que se vive en esta época, quite mi ropa y poco a poco me fui metiendo a la regadera. Primero una pierna, luego un brazo, cuidando siempre que el agua no estuviera demasiado caliente. De pronto estaba ya completamente mojada, y la cálida sensación del agua escurriéndome por todo el cuerpo me hizo contener por un instante la respiración. Ya enjabonada, entre el aroma a vainilla del jabón y mi débil cuerpo aún dormido, me recargué en la pared y lentamente sin darme cuenta fui resbalando hacia una esquina.

Fue tal la dulzura que seguí cayendo, y conforme mi cuerpo tocaba el piso yo seguía la trayectoria del agua. La seguía por completo, hasta terminar convirtiéndome en gotas que se iban por el drenaje. Me impresionó tanto verme escurriendo por los tubos, que quise adherirme a un pedazo de lama en las orillas de la coladera. Mis intentos fueron inútiles y terminé dejándome llevar por la corriente.

Cuando sentí que ya no caía más, de manera brusca me golpeé la cabeza, y sólo palpé mi líquido cuerpo. La tensión me estremecía, y al echar un vistazo a lo que me rodeaba, descubrí un lugar oscuro, pútrido, lleno de ámpulas, si… ámpulas por todos lados. Era un espacio húmedo y solitario, que incitaba a recordar mis temblorosas entrañas. Las yagas nacientes de las paredes violáceas me obligaban a pensar en mi boca infectada.

El suelo, blando e inestable, me paseaba entre su carnosa superficie, moviéndome de un lado a otro como si tuviese vida propia. Todo era sumamente extraño, la curiosidad y el temor se apoderaban de mí. Pero al ser capaz de hundirme entre la rejilla, al caer no tuve la misma consistencia, estaba blanda, y flácida.

Poco a poco recobré la postura, y a gatas palpe deliciosamente la carnosidad de la habitación. Repentinamente un impulso incontrolable me orilló a lamer cada centímetro que tocaba, sentir su sabor me hacía enamorarme más del lugar. Estaba tan solitario, silencioso, excitante. Nadie mas excepto las ámpulas y yo estábamos ahí, compartiendo felizmente las bacterias que las habitaban. Los colores comenzaron a brillar, esa pus que exhalaban las paredes dieron luz a los rincones.

Mágicamente todos cantábamos, gritábamos, gemíamos. Era un festín de infección que lejos de ser repulsivo, me llamaba a atragantarme de la mugre que caía por la rendija. Yo recuerdo que abrí la boca, dejando caer todo en mí. Era placer ver como me enmohecía por dentro, la humedad me filtraba y poco a poco me hacía partícipe de la vulgar micología. Una orgía patológica que culminó en un orgásmico cuadro infeccioso. ¡Que belleza, que delicia! Me sentía tan extasiada que no desearía jamás regresar… Ahora comprendo por que el agua se resiste a ser reciclada…

Monday, August 07, 2006

Mi vida como mosca infecta...



Los días se gastan sin nada nuevo que contar.
!
Estoy a falta de noticias! Con desinterés, con frialdad.
Huelo a rencor, a borrasca y a escalofrío.

Tengo venas subrayadas con tinta y carreteras coloreadas de azul.
Y la misma pluma que dibuja círculos en mis tobillos,
rodea con espirales una curva en el camino.
Un haz de casas con anteojos,
una ladera de esperanza con corona negra,
hombres esperando arrodillados entre las matas
cajas de granadas explotando alegrías.

Facciones cautelosas, retraídas, que demandan alergias con lujuria.
Estoy es una ciudad sumergida,
el agua se cierne sobre nuestras cabezas.

¡Que nos lleve la muerte con los sueños intactos!