Friday, August 26, 2005

-Nada-

Mientras ves hacia donde las piedras caen...
yo veo como el viento levanta la tierra.
Tus atentas miradas que hasta poros cubrían
dilatan pupilas que la sombra oscurece.

Caminando, adivinando las horas,
en medio de un vuelo sin destino.
Sofocados por el calor de un día agitado,
que hacía que el polvo ardiera en nuestras heridas.

Heridas abiertas disimulan tu imagen,
aferradas se entierran en tus livianos ojos.
Deseando una muerte sutil y engañada,
en ese momento la vida no parece nada.

Nada sintiera si no estuviera a tu alado,
el olor de mi cuerpo ya no te parece un extraño.
De ser algo tan ajeno formo parte de algo complejo,
una mezcla integrada por dos distintos cuerpos.

Siluetas extrañas generaron tu tormento,
No comprendías que daño nadie te había hecho…
A tu alrededor no hay nada que no conozcas,
Solo estas tú y esta vieja sombra.

Wednesday, August 24, 2005

''Pues bien...''


Pues bien…. Comenzaré por contarles algo muy curioso que hoy me sucedió por la mañana. Estaba sentada en el suelo, frente a mi cama, me costaba trabajo distinguir si era de mañana o de noche, algo en mis ojos no funcionaba como antes. Supongo que era temprano, es todo lo que sé.

Giré mi cabeza y con dificultad noté una cajetilla de cigarros, tomé uno, lo puse en mis labios y lo encendí, en menos de 3 segundos se había consumido por completo, quedaban de él sólo cenizas. El doctor me dice que eso suele sucederme debido a mi enfermedad, una enfermedad extraña que me obliga a aspirar con exageración todo lo que se cruza en mi camino. Creo que de aquí se deriva esta dificultad que tengo para ver, he estado en contacto con ácidos tóxicos de los que emplean en la limpieza de los baños y esta puede ser una reacción secundaria, he leído en sus etiquetas que el contacto directo puede ser causa de ceguera.

Tomé otro cigarro y para que no sucediera lo mismo que anteriormente, contuve la respiración, lo prendí y al llevármelo a la boca, fue tan intensa la aspiración, que hasta el filtro me tragué. ¿Qué tan grave podía ser un filtro atravesado en el duodeno? ¿Hasta donde llegará todo esto? Intenté prender otro cigarro y el encendedor había desaparecido. ¿Dónde carajo estaba el encendedor? De pronto, comencé a sentir que algo me quemaba por dentro. Era el encendedor, que con cada aspiración que daba provocaba que se frotara contra las paredes de mi esófago.

Era molesto pero bastó sólo aspirar con fuerza un par de veces para que el maldito encendedor fuera a dar hasta los riñones. ¡Maldita enfermedad! Ahora no puedo recostarme de lado, cada que lo intentaba el encendedor se enterraba más y más. No sentía dolor, únicamente un molesto cosquilleo. El doctor me había advertido de la posibilidad de ir perdiendo la sensibilidad al dolor.

Me reí por un rato a causa de las sensaciones que me provocaba el encendedor penetrando mis riñones, pero después de unos minutos, podía ver a través de mi piel cómo todo por dentro se inundaba de sangre, la piel comenzaba a verse morada. Pero seguía sin sentir dolor. Y para ser sincera eso ya no me extrañaba, por que ya en algunas ocasiones me había rebanado pedazos de carne, de mis brazos o piernas, y yo ni por enterada. Parecía como si hubiese perdido la sensibilidad. Me daba cuenta al ver la cara de la gente, aterrorizada y escandalizada por esa escena repugnante. Siempre era lo mismo, ver cómo los demás se asombraban al ver los pedazos de piel colgando, así que de prisa me dirigía a casa y arrancaba la carne sobrante….y ya sólo quedaba esperar a que creciera piel nueva. Eso era todo, no había motivo para alarmarse.

Pero bueno, mejor ya no hablaré de eso, y continuaré mi divertida y romántica historia del encendedor. Mi panza se estaba inflando cada vez más, y podía escuchar cómo me chillan los intestinos, comenzaban a despedir un olor pútrido, asqueroso. Pensé que ya era momento de hacer algo, así que corrí a la cocina y tomé un cuchillo. Me senté de nuevo en el escalón a la entrada de mi casa, me levanté la blusa y clavé el cuchillo sobre la montaña gigante de gases.

La piel se abrió, y la herida se extendió más de lo que yo esperaba, cosas verdes y aguadas salpicaron y pensé que quizá eso se debía a que últimamente me alimentaba con pura gelatina de limón, debido a que recientemente me habían extraído las amígdalas era lo único que no me provocaba náuseas por la incomodidad de tener la garganta abierta.

¿Pero qué hacia la gelatina en mis riñones?... Bueno no soy medico ni nada de eso, así que quizás tenga mucha lógica, puede tratarse de un proceso de digestión debido a mi enfermedad. En fin, en cuanto tenga tiempo, llamaré al doctor para preguntarle.

Volviendo al tema, metí la mano al pozo hediondo que estaba dentro de mí, con la esperanza de sacar el pequeño encendedor rojo y que eso ayudara a que instantáneamente se cerraran las heridas. Y todo comenzó por un maldito cigarro, juro por lo que sea en lo que crea, que no volveré a fumar, ni uno más!. Posiblemente mi razonamiento sea un poco ignorante, pero deben comprender que jamás he leído un libro sobre procesos químicos en el organismo.

Sabía que la causa de todo esto era el encendedor rojo, Sacarlo sería la solución, me dije decidida. Hundí mi mano en esa herida hedionda, lo palpé y lo extraje. El color violáceo de la piel comenzó a tornarse claro, la herida se cerraba lentamente.

Tuve suerte, de inmediato encontré la pieza roja encajada en algún lado, lo saqué, ya aquí estoy tirada en el piso, con los órganos de fuera. Creo que no debí clavarme el cuchillo, eso sólo empeoró las cosas. Ni modo, ya no hay nada qué hacer, todo quedó podrido, inservible. Parte de mis órganos están dispersos por el piso, no siento dolor y ese cosquilleo molesto ha desaparecido, puedo ver los restos de mi cuerpo sobre la alfombra gris de mi recámara…
Tengo ganas de un cigarro…qué bien quedan dos todavía.

La mano entumida me hormigueaba dolorosamente. Sin sobresalto giré mi cuerpo, dirigí la mirada al techo y me quedé pensando en todo lo pasado. Cené tanto que aún no me hace digestión. Miré el costado de mi cuerpo y no había huellas de lesión alguna, el cuarto limpio olía al velrosita de las sábanas.

Monday, August 22, 2005

-Hoy-

Hecha estoy de impotentes blasfemias,
de ira, y orgullo derrumbado.
Soy noctámbula, soy una fauna extraña y abundante,

Vomito mis temores cargados de gestos,
prospero felizmente, creo señales con mis brazos y piernas.

Mantengo márgenes, sedada y abrumada.
Vivo en la planta alta de un helecho,
que por culpa de una plaga, pútridas sus raíces han quedado.

Soy sumisa, decrépita y sucia.
Huele a tumba mi enferma persona.

Hoy mi boca es de plástico derretido y quemante.
Hoy permanezco enmohecida….Agónica….