Dos inviernos bastan para saber de sobra que este no es ni será jamás el año de la normalidad. Han caído y he comido ya muchos frutos para lo que va del ciclo. Y no puedo más que esperar, abrir los brazos, las piernas, y dejar que el mundo me inunde con su gente y sus palabras...
Hoy estoy con los pies descalzos y el alma pariendo sentimientos.
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