Amanece, y pienso en ti, en mí.
Que como el viento vago inquieta,
que deliro cuando estoy sobre tus brazos,
que muero tiernamente en una grieta.
Amanece, y nada se y todo niego,
por que negar lo bueno el bien propicia,
Porque es negando como más se entrega.
Por que sangro, y sin cesar deliro.
Amanece, y por ser tu quien primero aparece,
Me falta tiempo para contar tus risas,
Llevo la noche sobre pausadas líneas,
que apresuran todo, incluso la vida.
Amanece, y huelo ya a tu fina trama
que se adentra en la espesura de la noche,
y es tu carne temblorosa la que clama y suaviza.
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