Los dos, como párvulos dormimos después de comer.
Rodeados de dos no menos enormes colmillos,
cansados y arqueados encontramos puntos en común.
El cielo ya no es cielo.
Estamos intactos. Saciados mientras nos vemos y recordamos el techo que hemos
dejado tan doblado por los azotes de mi risa contra la tuya...